jueves, 1 de septiembre de 2016

ATESTIGUO EL ALIENTO DEL MISERICORDIOSO 


Un trabajo, un gran trabajo me fue encomendado y a lo largo de él, mi corazón se llenó de amor, de un amor indescriptible, muy difícil de definir y enmarcar. Llegó en raudales infinitos, ahora lo sé, porque cómo más se explica que en contacto con la vida de los enviados de Dios, una energía se depositaba dentro, muy profundamente en mí corazón, como cuando el sol calienta, derritiendo el rocío que se posa sobre las hojas de los árboles inyectándoles calor y fuerza de crecimiento. No lo sabía pero es así. La sola visión de los rostros de los Maestros, Santos, Iluminados, Mensajeros y Guías de las sabidurías sapiensales, que conducen sin lugar a dudas la liberación, y alguna que otra lectura de sus enseñanzas, despertó en está mente individualizada, una gratitud infinita, una infinita gratitud y acompañada de la certeza: “Dios se apiada de aquellos que lo anhelan y lo buscan”. En contacto con sus bellos semblantes algo se precipitó en mi presente, en esta existencia, que no es más que una de las manifestaciones multifacéticas del Absoluto, del Uno sin segundo en este tiempo y lugar. Ellos, los santos, tocando siempre acordes infinitos de amor, hicieron que el corazón de esta buscadora comenzará a acompasarse con sus fulgurantes llamados. A eso súmasele las bendiciones y los mensajes inspirados en el Satsang –enseñanza oral trasmitida por un contactado con un Maestro espiritual-, al que asisto, cada 20 días, y en donde mi compañero Alipur Karim, discípulo del Maestro Kathar, recibe un flujo constante de consejos, indicaciones y señales… La misericordia sin fin, se precipitó y ha comenzado a derretir mis obstrucciones a la luz y a romper el elevado orgullo de mi mente.  

En esa investigación me preguntaba, aunque no lo notase claramente en mi mente racional: “Y eso que le sucedió a esos seres, a esos anhelantes en su búsqueda implacable de Dios, sería posible que también me sucediese? Y el tiempo no tardaría en traer una respuesta afirmativa. Hoy, la gente me pregunta frecuentemente ¿Kriyananda cómo estás? Y sólo respondo: “Feliz, muy feliz”. Y cómo no iba a estarlo? Porque ahora mi vida no está sujeta más, a una voluntad que camina a tientas por el mundo, ni siguiendo exclusivamente los dictados del ego… Ahora, tras bambalinas, los enviados de Dios, están acompasando mi corazón con su amor y mi mente, con su sabiduría. Y por supuesto en mis prácticas espirituales de cada día, regaladas a mí y a otros tantos por uno de ellos, siendo hoy en día mi Maestro, les confiero y les renuevo mi sincera entrega a su clemente ayuda. Con ellas, voy abriendo un espacio santo, un lugar para que por fin pueda comenzar a despertar y vislumbrar a aquel que mora en el silencio, esperando, esperando la luz de un nuevo amanecer, en el que sea su espejo puro y límpido en este mundo de nombres y formas. Porque por eso se manifestó la creación y en ella todos los hombres, con el fin de permitirle al Infinito, reflejarse en algo distinto a su Eternidad. Ahora no trabajo sola por el retorno al verdadero hogar, me acompañan otros sinceros anhelantes de Dios, agrupados todos en un pequeño núcleo de existencia, precipitado en el presente como resultado de acuerdos antiguos en los que la búsqueda fue infructuosa y hasta peligrosa. Por fin puedo ver que es posible seguir un sendero abierto hacia una vida libre de dolor y duda.
 
Antes, los libros sagrados los veía muy distantes, incomprensibles; hablando a otros tiempos, a otros hombres, lejanos, antiguos, extraños, perdidos de mi… Y aunque supiese, poseedores de historias simbólicas narradas para mostrar cómo algunos seres humanos se liberaron de yugos, tanto internos como externos, nunca los había considerado como un mensaje directo para mi vida, y entender por ejemplo, que he sido y soy Moisés, tratando de salir del ego; es decir, de los dominios del faraón. Y que así como Arjuna, el protagonista que en el canto llamado Bhagavad Gita del hinduismo, debe ondear la bandera del guerrero contra sus parientes y bajo las órdenes del bello Krishna, uno de los avatares de Vishnu –en Occidente el Cristo-, también soy él, y guiada por los compasivos Maestros, será posible para mi ofrendar el ego como sacrificio y posesionar a Dios como el heraldo de mi vida. Los parientes son como el faraón, las facetas del ego, muy familiares, conviviendo todo el tiempo en nuestras vidas y opacando la explosión de amor que guarda el corazón humano, el centro del ser, donde mora el Sí Mismo, la Realidad, el Uno sin Segundo, el Hombre Perfecto, el Adam Kadmon.

Los Maestros, los Iluminados, al unísono dicen que Dios se actualiza en toda época y lugar; en todos los seres, por pequeños o grandes que sean. Y en nosotros los hombres, ya conscientes de nuestra existencia, no deja de buscarse así mismo, sin importar el materialismo imperante, sin otorgarse una parada en su viaje infinito, a causa del racionalismo que consume nuestras mentes. No, Dios no se detiene; por el contrario, avanza y se muestra en la creación, en el mundo de las formas, porque ha dicho, como lo enseña el Corán: “Yo era un tesoro escondido y quise ser conocido”. Esa es una verdad destinada a toda época, a todo lugar, dispuesta para todo ser, incluso a esta personalidad, este país, por violento o corrupto que nos parezca y también a todos los que me acompañan en este espacio vital.

Con el fin de ser conocido, Dios derrama su Misericordia, porque a causa de ella, fue posible la creación. Pero también por su Misericordia, los hombres, en manos de los que ya han despertado a su Realidad Interior, o sea los Iluminados, descubren el tesoro escondido en su corazón, donde palpita desde la primigenia manifestación, la Divinidad envuelta a través de sus viajes, en sus velos de obscuridad. Ha llegado la hora del llamado y por eso el trabajo fue encomendado, porque he respondido y me he entregado sin dudar, me he acogido a recorrer la senda de la espiritualidad real; un camino poco transitado por el común de los mortales. Tal vez ya cansada mi alma de transitar por senderos pedregosos, levantando en alto, en antiguas formas únicamente el accionar egoísta y racional, me ha sonado la hora de mi despertar, para enarbolar de ahora en adelante solo la caridad y la compasión. Un augurio fue dado por los Profetas, Enviados y Mensajeros Dios y fue aquel que acota: Dios reserva a todos los que lo buscan y desean su despertar del sueño del sufrimiento, una Gloria más de allá de toda Gloria, más allá de honores intelectuales, más allá de sólo buenos deseos, más allá de clamores humanos. Di y doy la bienvenida a aquel que remediará mi paso doloroso por el planeta; ya es el tiempo en el que comienzo a entregarme a su fuerza divina, que a la postre es mi propio dormido ser espiritual.  

Recuerda mi mente ese glorioso día, el 17 de septiembre del 2015 en el que se anunciaba un gran cambio para el mundo, una época menos sombría, en la que los Divinos enviados, ofrendarían a los sediento de luz un poco de su sapiencia y amor. Y no existe ninguna duda que ese augurio, profetizado aquí mismo, en este blog bajo el nombre del escrito “Vientos de Cambio” se cumplió. Neptuno el elevado planeta que ostenta el mayor poder espiritual, transita ahora por la constelación de Piscis, neutralizando en muchos hombres y mujeres, tendencias excesivamente vanidosas, exagerado orgullo intelectual y distorsionados deseos mesiánicos. Y en su trayecto de luz, va entregando a una generación de sedientos de Dios un regalo: el llamado a una espiritualidad pura, a una fe inquebrantable y les va acercando nuevamente a los Maestros. A mi vida llegaron de manera invisible, creí en ellos, confíe en su guía y me solté, sin temor a sus indicaciones. Poco a poco, por su intermedio, fueron apareciendo las enseñanzas adecuadas, los libros apropiados, que cual tesoros escondidos, han ido develando la verdad sobre el sendero hacia el encuentro con la luz. Me acercaron a algunas verdaderas fuentes y a ciertos escritos en donde pude explorar las vidas de los santos y los iluminados. Por fin pude vislumbrar lo que por 20 años no había visto claro. Durante ese tiempo seguía una espiritualidad light, distorsionada y con grandes sesgos de fanatismo. Más la hora ha sonado y se ha precipitado sobre este país, toda la fuerza divina, ya que en él han encarnado almas sedientas, con deseos de llenar su vacío espiritual con sonidos sagrados, amaneceres infinitos, noches estrelladas, ofrendas a la Divinidad... Y todas esas almas, representarán la fuerza de varios linajes: unos cabalistas, otros, sufistas, algunos de la vía del yoga, y otros tantos del gnosticismo cristiano. No más Gloria y Gozo podemos recibir.

En octubre del 2015, llegó a mi vida el Maestro Visible, porque en la enseñanza verdadera hay dos tipos de influencia: la vertical y la horizontal. La vertical, es invisible, apareció primero, y la horizontal, llegó hace poco, cuando conocí en España al Sheikh Burhanuddin Herman, representante del linaje Sufi y de la tariqa Nashbandi. Se cumplió lo expresado por el Sheikh Al-Yilani: Una señal os será enviada del cielo y una señal será puesta delante de vuestros ojos”. Desde que le conocí, el Sheikh dejó una gran huella y nunca desde ese día le olvide. Nadie podía entender ese sentimiento poderoso de querer estar a su lado, de sentirlo, mirarle a los ojos y tenerlo siempre cerca, bien sea escuchando la vida en cercanía con su Maestro o sus encuentros con el Profeta Muhammad y otros santos o bien recibiendo constantemente su consejo. Las experiencias místicas solo las había leído en la investigación sobre los linajes, pero escucharlo directamente, de boca de un iluminado, fue apoteósico, llenándome de un gozo inefable, incomparable. Fue maravilloso estar frente al Maestro Visible, el corazón recibe una poderosa fuerza, se hincha porque se llena de amor. La mente calla y asume una postura reverente y sólo escucha, atiende, esperando una dulce y apacible guía; por eso se anhela siempre un segundo encuentro. Es el mismo fenómeno experimentado por la tierra, la cual tras largos meses de verano, espera la lluvia, aquella fuerza complementaria, indispensable para hacer   brotar los retoños de los árboles, luego ofrecer las flores y con ellas la posibilidad de un nuevo crecimiento. Aunque aún mis flores no se han abierto totalmente, porque están brotando lentamente, la fuerza del crecimiento espiritual ya se ha precipitado, y ello gracias a las pletóricas energías descargadas desde el más allá. Este año el Sheikh vino a Colombia, en Julio y todos, los amigos que caminan conmigo y los familiares, pudieron entender por qué no lo podíamos borrar de nuestras mentes y la razón por la cual siempre, siempre le recordábamos cada día, a cada instante. Sorprendida quede, porque dijo que venía a servirnos, a ayudarnos en esta hermosa empresa de recordar a Dios para iniciar la partida sin temor. Más misericordia no he podido sentir. Por fin no ando sola en el proceso que me conducirá a despertar de mi sueño de Maya. 

El Sheikh enfatizó que en nuestras vidas debe haber claridad. Donde hubiere un misterio o secreto escondido, había que evidenciarlo. Donde una relación se convirtiere en yugo y disgusto, había que darle solución y no continuar renegando frenéticamente de ella. Donde la corrupción se ha posesionado, es necesario arrancarla de raíz para que brille el desinterés o el bienestar de todos. La liberación no se alcanza con posturas hipócritas e inconsecuentes; tampoco permitiendo la infidelidad o la deslealtad. El gozo pleno no debe nunca depender de una chequera, de un reconocimiento, de unos títulos intelectuales, ni mucho menos de una compañía. Cualquier conflicto, relación turbulenta, malos sentimientos, acciones interesadas, complica la búsqueda y obstaculiza la comprensión y la afluencia de la divina misericordia. El Maestro espera a que decaiga el orgullo y la vanidad, pues éstas facetas del ego, nos ha conducido a la peor de las idolatrías, que es creer, decir y hacer todo lo que impulsa la emoción y el pensamiento egoísta individual. El sabio, el más cercano a Dios, no es el que lo llama todos los días, pero vive en un mundo interno convulsionado, lleno de ira, violencia, queja, mentira, intolerancia, siempre bajo el imperio de los sentidos y el deseo. He comprendido que los preceptos religiosos hay que cumplirlos; no para agradar a otros, ni mostrarse “bueno”, sino para desarrollar una mente pura y un corazón bondadoso. En tanto, dependientes de la mente racional y ésta de la emoción egoísta, sólo la observancia y el acato de la ley, llamase ésta diez mandamientos, yamas, niyamas en el sistema de Patanjali o sistema óctuple de Budha, podremos elevar el nivel vibratorio y dar carta blanca al acercamiento del Maestro.

El hombre normal, opacado por los deseos y éstos alimentados por el condicionamiento social, que todo alimenta, menos una vida pura, es vulnerable, supremamente vulnerable y algunos, con actitudes de líderes, aprovechando el vacío espiritual, se yerguen como los abanderados, como los verdaderos guías, conduciendo a las masas a una mentira, al fanatismo, a la idolatría, a la separatividad y al desasosiego. ¿Cómo pueden un hombre o una mujer, llenos de tristeza, cólera, lujuria o  desazón guiar a otros? Más ignorancia no he podido ver. ¿Cómo puede guiar a otros, un ser que defiende su creencia y excluye a todas las demás? Más fanatismo no he podido palpar. ¿Acaso habla con Dios aquella persona infeliz y que no lo ama? Porque al amarlo, la alegría se convierte en la compañera inseparable del hombre que la expresa y durante todo el tiempo, el agradecimiento se siente a cada instante. No es fiel amante de Dios, aquel ser quejumbroso, lastimero del diario acontecer, que se perturba ante todo lo que sucede a su alrededor. Una vida doble en la que por momentos el ser se muestra paciente y tolerante, y en otros, inflexible e iracundo, no puede ser signo real de un consejero espiritual idóneo. Y de esos hay muchos por el mundo. El Maestro no llega a nuestras vidas porque otros oren por nosotros o porque sigamos ciegamente las doctrinas anquilosantes de muchos grupos religiosos o espirituales. Un guía real, o es un iluminado, o es un discípulo de un iluminado, porque, si no es así, es como un ciego conduciendo a otro ciego, llevándolo por derroteros aún llenos de polvorientos y secos caminos, por sendas llenas de incertidumbre, adormilados e hipnotizados por cantos estruendosos, por plegarias sin sentido, por histerias colectivas, por mesianismo no reales o palabras que son solo adornos del lenguaje. No nos entreguemos a esos líderes, llenos de inseguridad y poca virtud, siendo nada más que actores de su propio interés o de la ambición egocéntrica de otros poderosos.

Un secreto se ha evidenciado en mis investigaciones y es este: los últimos profetas fueron Jesús y el Profeta Muhammad y nadie más vendrá después de ellos a instaurar una nueva religión. Cuidémonos pues de esos movimientos que proclaman ser los lugares donde aparecen nuevos profetas, porque seguramente nos llevaran a un gran retraso en la senda de la espiritualidad, al no permitirnos acercarnos a la fuerza Divina que llevamos dentro. Los santos e iluminados son los destinados a la función de saciar a los ávidos de divinidad y lo harán ahora más a un nivel individual que grupal. Las religiones instauradas por los profetas y enviados tales como Zoroastro, Rama, Krishna, Budha y Rishis en la India, los 124 mil profetas en las religiones abrahámicas –judaismo, cristianismo e islamismo-, los sabios taoístas y sintoístas, todos ellos legaron al mundo la legislación religiosa y se desplegaron por todo el planeta. Pero ahora es el momento de los santos y los Maestros, quienes pueden rastrearse siguiendo las huellas de sus linajes, aquellos caminos que preconizan la enseñanza Maestro-Díscipulo, y cuyo origen se remonta siempre a uno de los verdaderos profetas. Así que indaguemos vidas y relaciones, eso es importante y luego descubramos si existe consecuencia entre el creer, el actuar y el sentir de aquel a quien entregamos nuestra educación o sustento espiritual. 

Los guías declarados por Dios y no por los hombres, aconsejan que el camino hacia el amor, hacia la senda de la sabiduría, precisa una diaria auto observación, en la que, se descubren los hábitos frecuentes, las formas diarias de sentir, las maneras habituales de pensar, los deseos impetuosos y beligerantes, motivadores de acciones en una u otra dirección. Pero para ello se necesita valor y energía. Valor con el fin de mirar y no huir, de aceptar y luego transformar. Valentía para ver lo que se ha querido esconder y energía para sostenerse en el empeño, sin posibilidad de claudicar y abandonar la búsqueda de la riqueza interior ante cualquier asomo de una extraña compostura, atemperada bajo otras emociones. En un principio el individuo está sólo, porque le corresponde a él eliminar de su vida las facetas negativas de su personalidad. Y eso no se logra únicamente mediante rezos, oraciones, meditaciones mal encaminadas ni buenas intenciones. Luego de este primer reto y mediante un cambio verdadero, poco a poco, una luz se acercará: la del guía supremo que cual antorcha, le potenciará su amor, le permitirá acceder paulatina y lentamente al estudio de profundas verdades espirituales y por último le conducirá al despertar de su caminar por otras vidas.

Los Maestros han advertido que la forma más cristalizada de la presente humanidad es el orgullo intelectual; eso es una realidad. A toda hora mostramos nuestra inteligencia y los sistemas de pensamiento y eso es tanto de los ignorantes como de los educados. Celebramos los títulos intelectuales obtenidos con fiestas y bombos o nos enorgullecemos de repetir nuestras ideas, experiencias y maneras de pensar. En cada conversación, opinamos sobre cualquier tema, dejando en el ambiente la idea de que nuestra postura personal sobrepasa siempre a la de los demás. ¡¡Oh vanidad!!, obstrucción de algunos para encontrar estabilidad económica o una compañía agradable. ¡¡Oh vanidad!!, que lleva a perturbar la tranquilidad de muchos hogares en los que en vez de una cabeza dirigente, amorosa y comprensiva, se yergue un dictador o un tirano. ¡¡Oh vanidad!!, robando el asombro, ante ideas geniales o muy particulares de otros. ¡¡Oh vanidad!!, que impide por lo común, intercambios bilaterales y cordiales, llevando a soportar monólogos largos y aburridos de aquellos que siempre toman la palabra, desatando en los demás fastidio y a la postre una aversión a un nuevo encuentro. Personalismo extremo que incluso en las prácticas secuenciales aconsejadas por un Maestro Espiritual hace su agosto y el practicante se apega a uno que otro ejercicio prefiriéndolo por encima de los demás o siguiendo la secuencia de acuerdo al parecer de su propio ego. ¡¡Oh vanidad!!, ¡¡Oh orgullo intelectual!!, el mayor obstáculo para un despertar espiritual, porque aquel que lo entroniza, siente que no le falta nada, incluso ni la presencia de su Creador, causa suprema que le ha permitido vivir su experiencia humana en este mundo.

El silencio no es usual en nuestras conversaciones habituales. A todo lo que acontece le queremos dar significado; las experiencias de otros nos remontan a algunas similares y siempre deseamos darles una explicación. Todo lo leído o lo aprendido se comenta y poco se escucha a los demás. Sheikh Burhanuddin nos dijo que ni por 100 mil dólares estaríamos dispuestos a cambiar nuestras mentes por las de otras personas. Sería un absurdo por ejemplo tener la mente del portero o del padre, que ocurrencia más loca.  Trabajemos mucho en esto. Nuestra palabra debe ser prudente y ya sabemos todo lo demás y de sobra. Hagamos silencio por una hora, luego por dos y finalmente durante todo un día. Callemos más, hablemos menos; opinemos sólo cuando se nos pregunte y nada más. Descubriremos qué tan dispuestos estaremos para ser humildes. La ignorancia es la causa de nuestro oscurantismo espiritual y ella no se disuelve por hablar más, conocer más, contrariar a otros y tener un buen lenguaje. No esperemos a que la cercanía de la muerte nos haga bajar la vista e implorar a Dios su misericordia. No esperemos a que nos rinda una enfermedad, siendo ella sea la causa por la cual disminuimos la altivez de nuestra mirada y el orgullo de nuestra mente. No permitamos que la parálisis, ocasionada por la llegada de la vejez, sea el medio a través del cual callemos y escuchemos por fin a los demás. He visto seres altaneros rendidos por el dolor y a través de él, sus miradas tornarse compasivas y muy amorosas, pero ya a poco tiempo de su muerte. ¡¡¡No esperemos, no esperemos que eso nos suceda!!!

He sido invitada a orar, a agradecer más y a hablar menos. Desde que perdimos esa predisposición reverente hacia el Creador, el ego se ha instaurado supremo y el orgullo intelectual triunfa a cada instante. Oremos mucho, pero al hacerlo, inclinémonos, así nuestro corazón estará arriba de nuestras cabezas, nuestro amor en supremo rango sobre nuestro intelecto; hagámoslo todos los días, sin falta. Y todo vez que estemos posternados, entregados, pidamos perdón, perdón por un pasado iracundo, ruin, murmurador, avasallador, no sólo de esta, sino de pasadas encarnaciones. Orar debe convertirse en un acto de agradecimiento y nada más, por lo tanto dejemos la costumbre de pedirle a la Divinidad cosas para el ego, tal vez eso no sirve de mucho, ya que todo lo que llega o no llega a nuestras vidas, nosotros mismos lo hemos convocado. Por ejemplo es un absurdo pedir por salud inmediata, cuando hemos descuidamos nuestro cuerpo y lo hemos sometido a fuertes emociones o exceso de trabajo. Es poco sensato pedir abundancia material cuando por años, la mezquindad ha campeado triunfante es nuestras vidas. Son algunos ejemplos porque hay muchos más. El pedir no debe ser un asunto prioritario ahora, lo esencial es agradecer, así mayor humildad no podemos desarrollar.

Salgamos de nuestras casas con una sonrisa: no importa el clima, ni el tráfico, ni el jefe iracundo… Agradezcamos por eso y por mucho más, porque todo lo que nos acontece está mostrando todo el poder creativo individual y es la manera en que vemos la realidad, de lo que llevamos por dentro. Es un hecho que todos los acontecimientos, pasados y presentes, fueron traídos a la existencia por nosotros mismos y no recibimos, sino solo aquello que somos capaces de soportar. El jefe cascarrabias con el que debemos lidiar todos los días, muestra que esa emoción la llevamos dentro y no lo hemos querido aceptar; el colega envidioso y murmurador es una evidencia de nuestra faceta maledicente que dormita y no hemos visto claramente. Todos los que están a nuestro alrededor y nos producen rechazo: el taxista imprudente, el gobernante corrupto, la actriz lujuriosa y vanidosa, son nuestros espejos y están ahí, sólo para que descubramos esas facetas y no las sigamos alimentando más. Agradezcamos pues, por ellos de ahora en adelante y observémonos mucho para descubrir en que momento manifestamos la imprudencia, la lujuria y la envidia. Cuando descubramos todo eso en nosotros y muchos sentimientos más, los podremos controlar; entonces otros personajes aparecerán en nuestras vidas: los clementes, los pacientes, los llenos de fe y alegría, los intachables e incorruptibles y los amantes de Dios y su creación. Todo el escenario cambiará a nuestro alrededor. Somos la llave de nuestra propia desdicha pero también la llave que nos conduce a la felicidad. Busquemos dentro de nosotros, la solución al conflicto, el remedio a la discordia y a la guerra. Y si lo hacemos de manera sincera, llegará la luz que está esperando por nosotros, desde tiempos inmemoriales, esperando por nosotros...

Súmasele a la oración, la meditación, como los dos ejercicios espirituales destinados a envilecer el alma en el Sublime Creador, en el Absoluto, fuente de todo lo que ha sido, és y será. Los dos, atacarán las raíces más profundas del raciocinio personal avasallante, que roba la gratitud, la escucha atente, la veneración y la humildad. Seamos más humildes y cada día, más y más. Acallemos al sabelotodo, al prejuicioso, al crítico, al murmurador, a todo ese conglomerado de  pensamientos y deseos, que no llevan a pensar que estamos por encima de otros, que somos más competentes, más conocedores, los mejores guías, las lumbreras del sentir, los faroles donde otros deben dormitar, las estaciones donde los demás deben actuar… La falta de humildad nos hace creer que a Dios le quedó grande su universo manifestado y que somos sus mensajeros poderosos que lo solucionan o evitan todo. Nada más engreimiento he podido sentir.            

En este momento el núcleo en Colombia, al que pertenezco, es una unión de cuatro linajes: Shivaismo Advaita, Kabbalah, Sufismo y Gnosticismo cristiano. El Shivaismo Advaita, es el más antiguo y se remonta a una antigüedad de más de 5000 años. Toda su enseñanza está dispersa en el hinduismo, el shivaismo, el budismo, el yoga y la vedanta. Como Maestros presentes en este torbellino de luz y de este linaje, están los Kumaras, siendo uno de ellos el Maestro Kathar, llegado a la Tierra hace más de 18 millones de años. Los discípulos de los Kumaras fueron los Siddhas del Sur de la India: Agastyar, Boganathar, Patanjali yTirumular, más los discípulos de todos ellos, siendo uno Mahavatar Babaji Nagarat. De Babaji nos llega la fuerza de Sri Aurobindo y Madre, más la presencia de Paramahansa Yogananda y sus antecesores. No está de menos mencionar a todas las deidades de la India –Shiva, Vishnu y Brahma- y sus Avatares correspondientes: Rama, Krishna, Shankara y Gorashnat, irradiando todos sus poderosas virtudes divinas. El linaje Kabbalista lo encabeza Shimon Bar Yojay, Rabí Akiba y todos sus discípulos. Jesús es el supremo Maestro del gnosticismo cristiano y Maulana Sheikh Nazim del linaje sufí; por eso llego a Colombia su discípulo Sheikh Burhanuddin junto con su amorosa esposa Hajj Hamidah, experta en el eneagrama sufí. Te invito a conocer algunos de esos Maestros y sus enseñanzas. Léete en este mismo blog los artículos “De cooperaciones y auxilios”, allí los descubrirás.

Estos Maestros podrán llegar a ti, si tienes grandes inquietudes espirituales y comienzas a cambiar internamente. Todos los Maestros tienen acceso a ti y a todos los colombianos, ya no hay que ir a los Himalayas y como desde hace un tiempo he dicho y es un hecho: ¡¡Los Himalayas se vinieron a Sur América!!  Hazte un colombiano diferente y un sembrador de luz en este lugar que tanto lo necesita. No sigas pensando que otros tienen esa responsabilidad. Sé protagonista de un cambio de perspectiva, como yo que en este momento estoy precipitando a mi vida un bello escenario, con almas compañeras del pasado que llegaron y se quedaron: Monica, Martha, Sonia, Gabriel, Patricia, Alipur Karim, Adriana, Olga, Ingrid, Rocío, Juanita, María del Pilar, Sandra Milena, Sandra, Otoniel, los dos Ismael y Mary, entre otras. Estoy viviendo un gran protagonismo, como un cuento de hadas, representando el lado positivo de la magia y luchando contra el obstáculo al bien: mi propio ego. O me siento como la heroína, luchando contra el dragón, que amedrenta a una comunidad. Haz que eso también acontezca en tu vida. Porque el amante duerme y está pronto a despertar a su amada doncella. Porque el escogido está esperando que lo descubran para liberar a su pueblo de la tiranía de un rey avasallador. Porque Dios dormita y espera que le muestres su faceta de benevolencia y consolación. Ven, ven a ser un factor de cambio para este mundo desolado por el dolor, la vanidad y la guerra. Ya está bueno de tanto sufrir. ¿No quieres formar parte de este movimiento de luz? Ya está bueno de tanta ambición y tiranía, no sigas siendo parte de eso. Los maestros esperan y Dios escucha a quien lo llama. Llama al Maestro a tu vida, es un momento especial de hacerlo, todo conspira para ello; se ha volcado nuevamente la luz a esta parte del planeta. Hay una tregua de las fuerzas del mal y los poderes del bien están potentes, alertas, esperando por ti, esperando por ti.          

         
   


1 comentario:

  1. Gracias por este escrito maravilloso que Permea el amor y la luz de los maestros...bendecida eres Kriyananda!

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