jueves, 24 de octubre de 2013

LA IMPERIOSA NECESIDAD DE SER ESCLARECIDOS
Artículo 2 de la serie “Cooperaciones y auxilios” 

Perdidos del núcleo divino andamos por el mundo, hombres necios, hijos del Absoluto y del Supremo. El Yo Interno, sublime y flameante no emana torrentes de luz o si lo hace, su fulgor se pierde en los apasionamientos o en las presunciones del ego, poder activo constantemente en la vida humana. Los sedientos de espiritualidad, que son pocos, ondean entre pequeños momentos de exaltación a unos espacios largos, faltos de significado y trascendencia. La mayoría de los seres humanos no percibe aún su pobreza espiritual, se encuentran atrapados en lo irreal, hipnotizados por sus dramatismos personales, arrastrados por una potente gravitación hacia la materialidad o la satisfacción de sus deseos personales y, controlados por pequeños grupos de hombres, que perpetúan un mundo sin sentido y realidad. Los espacios se llenan de complacencias pasajeras, cuando se cree que los deseos han sido realizados. Y un ciclo interminable, vacío, vacuo se sostiene quizás hasta la llegada de la muerte. El alma queda sedienta nuevamente de luz y busca volver a la materialidad esperando, que por fin, en otra vida alcance el triunfo y la liberación. 

La mente supone ser conocedora, porque accede a conceptos y sistemas de creencias cuando se llena de significados científicos, sociales, políticos o religiosos. Fanatismos, separatismos, egoísmos, exclusivismos ondean poderosos, abarcando todos los aspectos de nuestra maravillosa vida, que ya deja de serlo, convirtiéndose más bien ésta en el medio en el que se precipitan conflictos, guerras interpersonales, controles, manipulaciones… Abordando trabajos para descubrir vidas antiguas, se ven experiencias repetitivas, como si acaso camináramos alrededor de algún centro de poder iterativo, monótono y cristalizante. El infiel repite su nefasta traición; el violento despierta nuevamente rodeado de agresividad; el inquisidor, nace en un lugar donde fortalece fanatismo e inflexibilidad y así muchos otros casos más.

Los sentidos observan lo externo y a los otros. Se regodea con complacencia el ego cuando descubre una falla ajena y la manifiesta. Esto aparentemente lo eleva, lo exalta, le da poder, le pone una etiqueta de astucia e inteligencia. La escrupulosidad que debería dirigirse hacia el propio comportamiento, está pendiente de detectar los momentos de debilidad de otros o de descubrir los errores ajenos, las equivocaciones o las debilidades. La vida para muchos se convierte en un juego, en el que únicamente se buscan triunfos y premios, sin importar a quien o a quienes se violente en la partida. Una veces perdedores, rencor es solo lo que se consigue y posturas de víctima opacan la alegría de la existencia. Otras veces ganadores, el ego acrecienta su poder y se sostiene la mentira y la ilusión.

Pocos muy pocos, quieren ser esclarecidos… no muchos desean ser iluminados. La mente cargada con conceptos y condicionamientos, corre a beber de otras fuentes intelectuales limitadas, cuando percibe su carencia espiritual. Pocos muy pocos interiorizan y reflexionan aún sobre lo que han aprendido. No muchos se encaminan por contactar con los guías verdaderos y sublimes. Y es que ellos no están al alcance de prisioneros mentales, ni mucho menos de aquellos que se sienten felices, porque han leído cientos de libros enarbolando en sus conversaciones las memorias de conceptos mentales sin sentido de realidad. No es la repetición de verdades a medias, ni el aprendizaje de libros lo que conduce al Rey, la Corona de lo espiritual. Es más, una mente atiborrada de conceptos o creencias ilusorias y pasajeras, por lo general, pierde su asombro y no se maravilla ante nada, porque late en ella una poderosa presunción intelectual. Lo nuevo que podría percibir y las indicaciones que podría recibir, pasan como ráfagas incomprensibles de luz.

La escritura sagrada reza: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos heredaran…”. Frase maravillosa que se asemeja a la imperiosa necesidad de ser esclarecidos, que no es otra cosa que ser revestidos con el manto de luz y alcanzar la gloria espiritual, que siempre ha estado rondando nuestras vidas y nunca nos ha abandonado, a pesar de la fuerza que ejerce el núcleo de irrealidad. Resulta sorprendente concluir, a través de años de búsqueda espiritual, lo limitados que estamos y a veces se siente que el tiempo se ha perdido; que sólo se han recorrido pasos muy pequeños para neutralizar una vida sin sentido, vacua y superficial… Pasa el tiempo y los comportamientos insolentes, inarmónicos, desequilibrados se sostienen; los cambios esperados no llegan, las virtudes anheladas no se despiertan, el letargo espiritual se vuelve asfixiante, de tal suerte que a veces se claudica o se encamina por otra creencia, otra dependencia, otra ilusión… e incluso se cae en las fauces de astutos mentirosos que hacen su agosto con los incautos e ingenuos que creen únicamente en palabras bellas y encantadoras, expresadas por una mente hipnótica y poderosa. 

Todo eso, ni más ni menos, porque la búsqueda insistente se enfoca en encontrar la postura, la palabra, la dieta, el libro, la oración, la creencia, el amuleto o la persona que rompa el sello que guarda el secreto de la inmortalidad. Pocos muy pocos, se aventuran a beber directamente del océano infinito de la sabiduría y no muchos profundizan en el conocimiento real, el cual les permitirá percibir su propio origen, su fuente de vida y beber de las aguas de la iluminación. Y solo ellos podrán convertirse en verdaderos faros de luz y colaborar para que otros despierten a su realidad espiritual…

Valentía hay que desarrollar para eliminar la fuerza de la personalidad y su mundo creado por los recuerdos y los condicionamientos. Mundo lleno de sufrimientos, dolores y grandes frustraciones, sostenido por la fuerza de la rutina y las exigencias de un colectivo que desvió su sino por caminos tortuosos y sin salida. Lo personal es vivido con exceso de dramatismo, los eventos son repetidos como si acaso se experimentaran por primera vez y las narraciones de las experiencias se muestran cargados por las emociones primarias. El pasado reaparece en cada momento de similitud con una circunstancia presente y el encadenamiento a una falsa ilusión se potencia. En las conversaciones los involucrados entran en competencias de gustos, recuerdos o conocimientos y la intimidad del momento se desvanece cual burbuja que revienta el viento. Observación constante y desapegada se precisa para estar atentos de sí mismos y descubrir las posturas personales, tanto mentales como emotivas. Por ejemplo, darse cuenta de la constante oposición cuando escuchamos los conceptos de los demás o de la frecuente actitud contradictoria al saber sobre las percepciones o actuaciones de otros o de la expresión de gustos o disgustos cuando ni siquiera se ha dado el permiso de hacerlo. Hay que descubrir que tanto nos valoramos y cuanto queremos que los demás nos admiren.

Gran parte del tiempo se pierde en cumplir los roles establecidos e impuestos por una sociedad enferma y frenética. La familia se ha colocado como meta y prioridad de la existencia y al unirse a través de lazos de consanguineidad se pierde la visión de la unidad. Se pueden cumplir los papeles con responsabilidad y amor, cuando los hijos llegan y necesitan del cuidado o cuando aún los padres están vivos. Pero el peligro estriba en creer que son solo ellos la única la razón de la existencia y se deja en segundo plano la lucha por la gesta espiritual. Aquí es donde más osadía se precisa para desafiar ese esquema condicionante y empezar a poner límites a los abusos que se han generado al tergiversar el papel de protectores o apoyadores de los integrantes de la familia. El ego se resiente mucho cuando empieza a poner límites a los parientes y los integrantes de la familia difícilmente comprenden la meta que se va fortaleciendo, más bien acusan, recriminan y juzgan. Impasible debe ser aquel que desea poner a Dios, su Dios, como razón de su existencia y cuidarse de no caer el mismo en culpas ni reprimendas. A veces es muy sano salir de la influencia familiar porque precisamente allí se generan las mayores trabas y dificultades, pues es el lugar donde se pierde el olvido de Sí mismo o sea la raíz espiritual. Además los lazos de familia son pasajeros y cuando se renace en el mundo material, ni siquiera se recuerda quien fue madre, padre, hijo o hermano de otras vidas. 

Morir antes de morir” aconseja el místico del Islam. El trabajo es ocuparse del ego, de la personalidad y desapegarse de su contenido. El vedantista advaita advierte: “Morir para vivir” y eso consiste en destruir los condicionamientos, las ilusiones; es decir, el mundo hecho de irrealidad, proyectado por imágenes distorsionadas ante los acontecimientos. Hay que destruir para construir; aniquilar antes de crear. Y el solvente universal es lo Supremo, lo Absoluto, lo Eterno, lo Onmipresente, que sólo se manifiesta en la quietud y el silencio; que sólo vibra en el interior y esclarece la consciencia. Cuando se disuelve la ilusión, se reafirma en cada quien su verdadero ser.

Pero la vitalidad necesaria para el proceso de descubrir las trampas del ego y luego poner a éste a disposición del Yo Real o Llama Espiritual, se agota con el paso de los días y con muchas actividades impuestas, pero no urgentes ni prioritarias. La vida se ha convertido en una carrera por tener, hacer y ascender. La tecnología supera el desarrollo personal y una buena parte de las ganancias económicas o del tiempo se usan en adquirir lo “in”, lo novedoso, la última generación de… Los magnates de las telecomunicaciones crean necesidades tecnológicas que a como dé lugar se deben conseguir y ellas luego encadenan, ocupando el valioso tiempo personal; no se encuentra fácilmente luego lugar para la reflexión o la introspección o para clamar por iluminación espiritual. Para el descanso, sólo se dejan unas pocas horas de sueño y se pierde la oportunidad de acceder a los templos etéricos y astrales donde instructores, bien maestros, bien discípulos, dan indicaciones y señales. Sus puertas se cierran a las 12 de la noche y por lo general, a esa hora muchos aún siguen contestando correos, viendo sus series de televisión preferidas, preparando sus almuerzos del día siguiente o gozando de sus reuniones sociales.

El ritualismo precisa ganar nuevamente su lugar e importancia. ¿Cómo más podemos ser esclarecidos, sino a través de una actitud receptiva a energías supremas y siendo conscientes de oraciones o rituales? Los Avatares del mundo han dejado una impronta de liberación en el inconsciente colectivo; algunos siguen cercanos al hombre y actuando en el presente: Jesús el Cristo Solar y Metratón, entre otros. El indicador del camino para el proceso de evolución espiritual de la humanidad, en la presente dispensación, es el Arcángel Supremo, el Cristo Solar. ¿Por qué esto es así? Se procede a explicarlo.

Tres fuerzas divinas se utilizaron para crear los mundos y los seres: Voluntad que corresponde al primer aspecto, Amor al segundo, e Inteligencia creadora el tercero. Cada uno tiene su representante: Primer aspecto: Padre, Keter, Brahma, etc. Segundo: Cristo, Hijo, Maitreya, Visnú; y, tercero: Espíritu Santo, Binah o Shiva. Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres grandes Iniciados y pertenecen a la jerarquía de los Angeles, Arcángeles y Principados respectivamente, siendo son los más avanzados de cada una de sus corrientes de vida y quienes alcanzaron la gloria de estar cerca al Trono Divino, y representando uno de los tres atributos.

Cada uno de ellos influencia de una manera diferente a los hombres y aparecen trabajando más directamente con la humanidad desde la Epoca Atlante. Jehová o Espíritu Santo fue el primero en manifestarse y lo hizo en plena Epoca Atlante. El permitió al hombre desarrollar individualidad  y le inculcó la ley para hacerlo obediente a los postulados o mandamientos de las religiones de raza, que primaron bajo su reinado. La ley es necesaria para ayudar a dominar la tendencia altamente egoísta, gestada por un cuerpo emotivo sin control mental. Por eso Jehová fue el Dios de la luz y de las sombras, del trabajo y del sudor, del castigo y la recompensa. De la luz, porque de El, se recibe la técnica para ser creadores; de la sombra, pues constriñe y produce condiciones duras, cuando se empeña el ser, totalmente por el placer y la satisfacción de su propio deseo. Del castigo y la recompensa porque utiliza guardianes de la ley que juzgan por los atropellos cometidos. Bajo su dispensación, aparecieron los grandes profetas que guiaban a los hombres de las diferentes religiones y les deban las orientaciones necesarias para su evolución espiritual. La relación con Dios era indirecta y sólo por intermediación de los escogidos por Jehová.

Pero la relación indirecta con Dios debe volverse espontánea y vertical; la ley debe dar lugar al amor, el separatismo o nacionalismo a la unidad y, la visión de Dios debe cambiar por una más misericordiosa y amorosa. Esa función le ejerce Cristo el representante de la Gracia Divina, quien llegó a la humanidad después de la mitad de la Epoca Aria. El vino a anunciar un mundo nuevo, a decirles a los hombres que su vida iba a cambiar, que un día se verían redimidos de sus penas y ya no experimentarían más dolor, enfermedad ni muerte. Por eso Cristo, irradia amor al mundo, porque es el medio que disipa la tendencia endurecedora de la ira, la codicia y el odio y que además permite construir de nuevo donde las pasiones han destruidos. Gracias a la influencia de Cristo se disuelven las barreras del Espíritu de Raza y se puede enfocar el ser en el ideal de la Fraternidad Universal. Por eso en su encarnación como hombre, diseminó que el amor es superior a la ley y que el orgullo de pertenencia a un núcleo específico: familia, raza o nación, debe desaparecer, para ser reemplazado por un nuevo régimen que glorificará a todas las personas como hermanas e hijas del mismo Dios. De ahí sus palabras: “He venido a proclamar el establecimiento del Reino del Padre, donde se sentarán juntas las almas de los judíos y de los gentiles, las de los hombres libres y de los esclavos, pues mi Padre no hace distinción entre los seres. Su Gloria y misericordia alcanza para todos”.

Cristo dio al mundo pautas para actuar con amor, con rectitud y honestidad y encarnó entre los hombres, porque se corría un gran peligro de quedar atrapados en el máximum de materialidad y de que la mente, recientemente adquirida, quedará bajo el total control del deseo. Un ser humano normal era totalmente dominado por el deseo y cuando moría, se veía en la imposibilidad de entrar conscientemente en las regiones superiores mentales. Así que al nacer nuevamente, las mismas tendencias cristalizadas regían sus vidas y las deudas engendradas bajo la ley de consecuencia iban adquiriendo proporciones colosales, siendo casi imposible actuar por amor y evolucionar con facilidad.

La ayuda era urgente y aquí aparece Jesús de Nazaret quien en ese momento era un humano dispuesto a sacrificarse por sus hermanos. Jesús fue iniciado por los esenios y se preparó como discípulo con Hilarión de Monte Nebo. A la edad de 33 años fue el tiempo esperado y Jesús le entregó sus vehículos físico y vital al Cristo Solar para que encarnara como uno de nosotros, viviera entre los hombres y diera su ministerio directamente, sin intermediarios, sin profetas. Por eso se le llamó desde ahí Jesús el Cristo y se convirtió en una entidad que podía llevar hasta el mismo trono de Dios, los dolores de la raza humana, encerrada en un cuerpo material y controlada por una ilusión y, traer desde las mismas fuentes divinas, el remedio a todos sus sufrimientos. Con razón dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre sino por mí”. Cuando encarnó como hombre, la irradiación crística limpio el cuerpo emocional del planeta y desde ese momento los humanos pueden construir cuerpos menos densos y cristalizados y acceder, en los procesos post mortem, a niveles mentales más elevados. Pero su misión lleva poco tiempo, pues en sólo 2000 años, muy pocas almas han desencarnado y aún no han retornado a la materialidad. Así que su trabajo es para largo tiempo, a menos que un gran número de seres humanos se preparen para el discipulado y sean como Jesús de Nazaret, quien despertó el Cristo Interior. El porcentaje de discípulo del mundo no llega ni al 0,01% del total de la humanidad y esto da a entender que Cristo no se podrá liberar tan fácilmente de su misión redentora.    

Así que Cristo es un mensajero del Logos, quien lo envío para salvar a la humanidad de las tinieblas de la ignorancia y del materialismo. Nuestro espacio cósmico de actuación está limitado por la rueda zodiacal, siendo el Sol el astro que gira en torno a los signos del zodiaco y en donde reposan los más altos seres que cobijan a la humanidad. Así que la misión redentora está determinada por ese recorrido anual y la fuerza crística se manifiesta en cuatro fechas especiales cuando el Sol recorre los signos de Aries, Cáncer, Libra y Capricornio. Encarna en el Planeta siempre en el Solsticio de Invierno, cuando el Sol pasa a Capricornio y sale en el momento en que entra en Aries o sea para la época del Equinoccio de Primavera, en la cual se celebra en el mundo cristiano la Semana Santa. Se dirige a su propio hogar, al Sol, y llega allí en el Solsticio de Verano, cuando la luminaria solar pasa a Cáncer, quedándose en este nivel hasta el Equinoccio de Otoño, que ocurre con la entrada en Libra. Luego regresa de nuevo a la Tierra Física para continuar con su misión libertadora y entra totalmente al planeta cerca del 21 de Diciembre, en el Solsticio de Invierno. Estas fechas pueden aprovecharse al máximo, para recibir iluminaciones y señales e ir poco a poco esclareciendo los reales propósitos de la existencia. Basta saber cuándo el Sol entra exactamente en cada signo zodiacal y realizar un ritual mediante una lectura apropiada y en recogimiento espiritual. Para la navidad, son supremamente importantes las cuatro semanas antes del 24 de diciembre; en ellas encender luces y hacer ceremonias espirituales es bastante beneficioso. Se prepara el ser para sintonizarse con la visita nueva del Cristo Solar. Es la Epoca de Adviento o preparación para la venida del redentor. Y cómo no entenderse con esta fuerza, sabiendo que exalta lo divino y colma de auxilios o bendiciones?

Metratón es otro indicador del camino. Se dice que fue el primer hombre realizado y llevado al Cielo sin pasar por la experiencia de la muerte. Enoc fue su última personalidad humana normal. Fue un místico que a través de algunas visiones conoció el entramado espiritual. En una de ellas, intercedió con Dios en favor de los ángeles caídos. En otra, vio a los querubines en el Cielo, a quienes describió como seres de fuego. De igual forma entró en el océano de la sabiduría y, finalmente se transformó en el arcángel Metatrón, un poderoso ser a quien también se le llama el pequeño Yahweh o “El que está sentado detrás del Trono”. Cuentan algunos textos sagrados (Libro de Enoc, Zohar, Zohar Bereshit), que Metatron es el rey de los Arcángeles, reina sobre el árbol de la sabiduría o del conocimiento del bien y del mal, y como Enoc, se dedicó a escribir un libro que contenía los secretos de la sabiduría; él pone los  misterios sobrenaturales en las manos de quien los merece y le fue permitido sentarse en la presencia de Dios por su grandeza de alma. Se dice también que Metatrón es consultado por los Guardianes de los registros Akasicos y ayuda a los seres humanos a perfeccionar su alma. Es un señalador de cómo ascender y activar el cuerpo de luz de los anhelantes de divinidad y al haber sido humano, que mejor que El, para pedirle que nos muestre el camino de la iluminación. Aparece también como Sandalfón, quien transmite las oraciones sinceras y conscientes de los hombres y las lleva a los mundos sutiles. Eso es así porque puede ascender o bajar a través de los mundos, así que no sería raro verlo vagando cerca a los discípulos y maestros. Y cómo no pedirle que auxilie a uno de sus hermanos que se encuentra atrapado por las fauces del ego, cómo el mismo lo estuvo en su pasado humano? Y cómo no confiar en que El nos dará una indicación?

No menos importante son las ayudas de los 72 Genios de los Coros Angélicos. Por eso se insiste en su auxilio y constantemente se actualiza su regencia, dando las plegarias para recibir sus bendiciones. Y cómo negar que de las doce jerarquías que conforman la escalera hasta Dios, los hombres son los que más auxilio necesitan, ya que van hasta lo más denso y alejado de la Divinidad? Y cómo no auxiliarnos de los mensajeros que Dios pone a nuestra disposición? Dios, el Guía Supremo tampoco debe ser descuidado. El merece  toda nuestra atención. Dos oraciones han sido dadas para entonarlas especialmente al iniciar cada uno de nuestros días. Sus palabras bastan para ver la importancia de sus plegarias. Una dice:

Oye Israel, Adonai es nuestro Dios, Adonai es Uno
Amarás a Adonai tu Dios, con todo tu corazón
Con toda tu alma y con toda tu fuerza
Y estas palabras que yo te ordeno hoy,
estarán sobre tu corazón
las enseñarás a fondo a tus hijos
y hablarás de ellas al estar sentado en tu casa
y al andar  por el camino
al acostarte y al levantarte
las atarás como señal sobre tu mano
y serán por recordatorio entre tus ojos
las escribirás sobre las jambas de tu casa y en tus portales

La otra reza:

Loa a Dios dueño del Universo
El Clemente, el Misericordioso
Soberano en el día de la retribución
A ti es a quien adoramos
De ti es de quien imploramos socorro
Dirígenos por el camino recto
Por el sendero de aquellos
A quienes has colmado con tus bendiciones
No por el de aquellos
Que han incurrido en tus iras
Ni por el de los que se extravían

Si nos vamos llenado de vibraciones sutiles y el camino se va clarificando, el núcleo de poder va pasando al Ser Real; accedemos a la oportunidad de independizarnos y seguiremos nuestra propia estrella, nuestro sino individual, cumpliendo la verdadera misión para la que fuimos creados. A la par nuevas cualidades se van fortaleciendo: discriminación que dirige, ordena y controla la vida emocional o mental y la vitalidad; temor reverencial para cuidarse de palabras, actos y pensamientos que alteren el orden universal y, expansión del corazón para fortalecer la misericordia, el amor y la generosidad. Hermanos: no olviden pedir día a día ser esclarecidos.





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