CONTRADICCIONES INTERNAS Y TRABAJO ESPIRITUAL
Repeticiones continuas de posturas que
escapan al control consciente son frecuentemente descuidadas por los buscadores
espirituales. En la mayoría de los procesos de desarrollo interno se da gran énfasis
a la teoría o a una práctica específica y se descuida la observación constante
de posturas personales coordinadas por la fuerza poderosa del ego. Pasa el
tiempo y el aspirante sufre frustraciones, fracasos y en el peor de los casos,
abandono de los intentos, al ver en su comportamiento los mismos temores o contradicciones.
Algunos, quizás corran a buscar en diferentes vertientes o disciplinas el
secreto para encontrar la liberación, prolongándose el estado de ignorancia o
cayendo tal vez bajo el hechizo de falsos maestros. Las victorias sobre el
egoísmo no se alcanzan, a la par se
retrasa el tiempo de transformación y se camina por una senda opuesta a la
verdadera búsqueda espiritual. Incluso ante los continuos fracasos, se asume finalmente,
como una labor titánica e imposible, el ferviente anhelo de transformación. Pocos
logran vislumbrar que es sólo la profundización sobre sí mismo y no únicamente
la acción externa, el requisito esencial para encontrar la verdad. Mediante el
conocimiento propio de la fuerza del ego, es posible destruir la ignorancia,
así como tan sólo la luz es capaz de diluir la densa oscuridad. Diversas
posturas contradictorias, son comportamientos que se descuidad y no se asumen
bajo la luz del entendimiento. En este artículo se pondrán sobre el tapete,
algunas muy propias de la idiosincrasia en que vivimos.
Es sorprendente ver el descontento
general ante los actos corruptos de los políticos de turno. Y las
conversaciones en los círculos familiares o amistosos, giran en torno a
acciones inmorales de sus gobernantes, juzgándose en ellas con dedo inquisidor
a los culpables. No obstante, en pequeños actos singulares, frecuentemente, se cae
en acciones corruptas similares. Unos se aprovechan del trabajo de los demás, otros,
se adueñan de los conocimientos ajenos o se visten con atributos que no le son
propios. En los puestos de poder se cometen actos deshonestos o las personas se
aprovechan de la condición de los inferiores o los débiles. Entre familiares o
conocidos se olvidan las promesas hechas, las deudas pendientes o los préstamos
concedidos y, la gran mayoría de los conductores, aceptan haber cometido actos
de soborno ante sus infracciones a las reglas de tránsito. Cada quien debe examinar
si en su diario esas incongruencias o inmoralidades se presentan y acabar con
esas posturas, pues su vida debe estar libre de inconsecuencias.
La unidad de vida que tanto se anhela, se pierde entre afirmaciones exclusivistas y nacionalistas que la impiden. Los pertenecientes a una etnia, región o nación estigmatizan a los nacidos bajo otras costumbres o creencias y con frecuencia, expresan las supuestas debilidades que se filtran a los individuos a través de la sangre, la idiosincrasia o el lugar donde se nace. Las personas se aferran fuertemente a las aparentes peculiaridades negativas de los foráneos y difícilmente el buscador espiritual puede romper con el orgullo de pertenencia a la raza, la región o la nación; la repetición constante de todos los apegos o creencias, fortalece el individualismo en extremo y demora encontrar el hilo conductor para unirse con el Todo y con todos. La sociedad no cambia de esta manera, pues cada afirmación personal, refuerza potentes pensamientos excluyentes y separatistas, alimentando el inconsciente colectivo que se torna cada vez más desconfiado y temeroso de los nacidos en otros lugares.
La unidad de vida que tanto se anhela, se pierde entre afirmaciones exclusivistas y nacionalistas que la impiden. Los pertenecientes a una etnia, región o nación estigmatizan a los nacidos bajo otras costumbres o creencias y con frecuencia, expresan las supuestas debilidades que se filtran a los individuos a través de la sangre, la idiosincrasia o el lugar donde se nace. Las personas se aferran fuertemente a las aparentes peculiaridades negativas de los foráneos y difícilmente el buscador espiritual puede romper con el orgullo de pertenencia a la raza, la región o la nación; la repetición constante de todos los apegos o creencias, fortalece el individualismo en extremo y demora encontrar el hilo conductor para unirse con el Todo y con todos. La sociedad no cambia de esta manera, pues cada afirmación personal, refuerza potentes pensamientos excluyentes y separatistas, alimentando el inconsciente colectivo que se torna cada vez más desconfiado y temeroso de los nacidos en otros lugares.
Rencores o verdades contenidas se
expresan con mucha frecuencia en reuniones sociales. Los esposos se atacan o se
ofenden mutuamente delante de otros, los hijos recriminan a sus padres por los
favores no prestados o, los padres, se desahogan por las posturas rebeldes y no
sumisas a las reglas del hogar, de sus herederos. Desahogos de frustraciones o
dolores que se no hablan con sinceridad en la intimidad y sí delante de algunas
personas, aprovechando un espacio en donde se experimenta protección y
contención de reacciones inconscientes, que darían origen a fuertes
confrontaciones personales, si se hicieran exclusivamente en el círculo
familiar. No menos asombroso es escuchar conversaciones cotidianas en las
cuales algunas personas expresan palabras insinuantes, despertando en otros,
excitaciones sexuales y deseos de intimar con alguien, supuestamente liberal,
cuando en realidad esconde fuertes bloqueos o temores sexuales y nada nade
nada. Algunas parejas se toman de la mano y nunca se separan, pareciendo
tortolitos enamorados y extasiados el uno al otro; pero, se les escucha
diciendo frecuentemente, de manera inconsciente y no contrala a los conocidos, su
angustia porque su pareja no responde periódicamente al llamado frecuente de su
necesidad sexual. Otros visten de manera llamativa o con ropa sugerente, exhibiendo
sus encantos sexuales, más cuando hay exigencias de sus compañeros, para satisfacer
el llamado inconsciente detrás de sus insinuaciones, razones de cansancio o
poca disposición al disfrute sexual se aducen como rechazo. Luego, el amante
contenido corre a los brazos de extraños, y en consecuencia se generan culpas,
recriminaciones y desconfianzas. Casi nunca se aborda de manera sincera y
transparente esas necesidades o algunos soportan los desprecios por años,
esperando pacientemente, pero en su interior experimentan frustración y descontento.
“No deberías juzgar a esa persona tan radicalmente, se tolerante y aprende a escuchar” y luego se ve al exponente de este argumento, invalidando con mucha frecuencia, comportamientos o pensamientos continuos de sus familiares o amigos, quienes se quejan por estar en compañía de una persona poco dispuesta al diálogo, a la comprensión y a la aceptación de los demás. El ejemplo clásico de la contradicción se ve por doquier en algunos supremamente exigentes con sus inferiores, pero viviendo en un hogar donde es totalmente sumiso a una pareja impositiva y controladora en extremo. De igual modo, se ve cómo la mamita reprende fuertemente a su pequeño hijo por decir mentiras, cuando ella constantemente le ordena negar su presencia en casa, cuando la llaman sus amigas. No falta el terapeuta, condenando la traición o infidelidad de algunos de sus pacientes, cuando él ha caído en relaciones paralelas constantemente o, el guía espiritual, que prohíbe a sus seguidores tener relaciones sexuales, porque aconseja sublimarla, controlarla o guardarla exclusivamente para la procreación, pero él abusa sin pudor y de manera descarada, de la necesidad sexual de algunas de sus seguidoras. Fanáticos del deporte, se burlan sarcásticamente de los cambios de creencias de sus conocidos, juzgándolos como débiles y luego creyéndolos dogmáticos, cuando ellos esconden dependencia extrema y descontrolada a un color, equipo o especialidad. Esos contrasentidos socavan las relaciones, crean desconfianza, impiden la intimidad y retrasan la evolución de la consciencia.
Para acceder a condiciones menos
coercitivas, es necesario tomar consciencia también de las discrepancias internas.
Hacerlo es muy positivo, ya que favorece el camino hacia la libertad interior y
va permitiendo que la parte Divina vaya soltando su estrategia sutil, al
encontrar menos oposiciones a su luz. Es importante asumir de ahora en adelante
la responsabilidad de descubrir los dualismos peligrosos, con el fin de
descubrir la potencia de su fuerza y revelar, a la luz de la consciencia, la intensidad
con la que se presentan. Y eso depende de la disposición a observar durante
largo rato las contradicciones presentes en los actos cotidianos de la
existencia. Esa observación debe ir acompañada de una actitud desapegada, libre
de juicio, porque se corre el peligro, por el condicionamiento religioso, de creer
que poseerla es algo pecaminoso. Eso impide asumirla y, posteriormente
analizarla con el fin de descubrir sus orígenes, sus estrategias o son
reacciones. Los sentidos son enfocados por la mayoría de las personas para ver lo
externo y se asume, casi siempre, una postura muy crítica y condenable hacia
los demás. Además la educación es coercitiva y los adultos, constantemente
reprimen a los niños, enmarcándolos en comportamientos basados en cánones
moralistas o conductistas so pena de ser tildados como malos orientadores o
protectores. Eso no ha dado resultados favorables, más bien, se ve una
humanidad que esconde la sombra en el inconsciente, la cual sale sin pudor, en
momentos de tensión o cuando los demás lo propician.
La observación presupone atención continua de los propios estados internos, ya que eso permite comprender la fuerza de las paradojas que no se manifiestas conscientemente. Así que caminantes del sendero, el observador debe estar atento y activo, pero hacía adentro. Quizás entonces el ser se torne callado y ausente y los demás se sorprendan ante su actitud. Eso no debe importar. Y una vez que se logre descubrir la intensidad de las incoherencias personales, se experimentará una mayor libertad, los acercamientos serán más reales e íntimos y la percepción de la luz será más activa.
La observación presupone atención continua de los propios estados internos, ya que eso permite comprender la fuerza de las paradojas que no se manifiestas conscientemente. Así que caminantes del sendero, el observador debe estar atento y activo, pero hacía adentro. Quizás entonces el ser se torne callado y ausente y los demás se sorprendan ante su actitud. Eso no debe importar. Y una vez que se logre descubrir la intensidad de las incoherencias personales, se experimentará una mayor libertad, los acercamientos serán más reales e íntimos y la percepción de la luz será más activa.
Inventariar las necesidades no
satisfechas es también un trabajo importante a realizar. Si se vive una
relación de pareja, vale la pena examinar si en ella hay claridad, sobre lo que
se necesita o se exige del otro. Dialogo continúo y constante es necesario
enfatizar, siendo este el único medio que permite abrirse a una buena
interacción. A veces se soportan relaciones por el simple hecho de evitar la
soledad o por miedo al qué dirán y es precisamente en este tipo de
intercambios, dónde mayores contrasentidos se pueden descubrir. El ego tiene
sus artimañas y a veces soporta asociaciones de sumisión, esperando ser el gran
redentor o salvador, aquel que finalmente, logrará romper la dificultad del
otro para entregársele sin condiciones ni limitaciones. Esa postura es muy
delicada, pues se sostiene por muchos años una condición insatisfecha, con la
esperanza de ver un cambio positivo en la persona que es el desvelo de sus
afanosos anhelos. Y al final sólo queda frustración, ira y el ser se llena de
rencor y resentimiento.
Inconsecuencias entre el pensar y el
actuar, también salen a relucir con el fin de agradar a un público expectante que
espera recibir aprobación de ciertas creencias o ideales. Es el caso de un
individuo que dice ante su familia una cosa, pero cambia su pensamiento ante
sus pares o amigos, para congraciarse con ellos, tal vez por el miedo a perder
estima y afecto. Los hijos de estos personajes a veces se convierten en sus más
fervientes opositores y son capaces de desenmascarar las discordancias de sus
mayores sin ningún pudor o respeto, en el mismo instante en el que se manifiestan.
Esas malas posturas dualistas, son perceptibles por los más sensitivos, quienes
recriminan a sus conocidos sobre estas acciones y es tanta la inconsciencia,
que por lo general, se niegan esas dualidades personales. Es bueno, entonces
atender las reprensiones de los demás sobre esos actos, pues allí se pueden
descubrir facetas hipócritas, poco sinceras que escapan al control personal.
La atenta observación debe
enfatizarse en el diario vivir y ésta es la práctica espiritual por excelencia.
La comprensión presencial solo se da en la observación diaria de los actos
cotidianos, nadie lo hará por otro. Si la contradicción interna sigue reinando
en la cotidianidad, por mucho que se ore, medite o se realicen otras prácticas
espirituales, nunca se acabará la sumisión a lo falso e irreal. La atención
continua en las políticas estratégicas del ego es el medio más idóneo para
recorrer sin peligros el camino de la libertad. Sólo así se acabará con la
fragmentación de la personalidad, que hoy dice algo y mañana expresa lo
contrario, que hoy cree algo y en un futuro lo niega. La comprensión asociada a
la observación sin juicios del antagonismo personal, es una vía indispensable,
para eliminar la coexistencia simultánea de posturas que van en un momento en una
dirección y en el otro cambian, hacia la opuesta orientación. El encuentro con
lo real no llega por una creencia o por una acción determinada, sino por la comprensión
de los propios actos, sentimientos o pensamientos, expresados en la cotidianidad.
Que mejores palabras para terminar este artículo expresando lo que dice un
postulado vedantista: “El mundo de
samsara (movimiento interrumpido de nacimientos y muertes), lleno de apegos,
aversiones y dualidades es como un sueño: aparece como real tanto tiempo como
nos mantengamos dormidos, pero deviene como irreal al despertar” y los
antagonismos son irreales; si aún se tiene es porque no se ha despertado a su
presencia, no se han observado y se desconocen bajo la luz de la comprensión.
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